En épocas en que el encuentro empieza por el sexo y recién luego se piensa en el compromiso, la construcción de la intimidad y la ternura. Y en un contexto donde la tecnología —celulares, e-mail— cambió el modo de relacionarse, ¿De qué depende la duración de la de la pasión en la pareja? ¿Cuando pasa a ser ternura, cariño o simplemente… costumbre?
"El amor está asociado con la presencia de dopamina, un neurotransmisor cerebral asociado con la motricidad, las emociones y los sentimientos de placer. Quienes deseen una pareja duradera deberán compartir actividades interesantes, ingeniosas y excitantes", afirma la antropóloga estadounidense Helen Fisher, quien investiga el tema desde 1983.
La experta asegura que en la atracción por el ser amado intervienen tres neurotransmisores cerebrales: la dopamina (también produce taquicardia e hipertensión arterial), la noradrenalina (produce los impulsos y la motivación) y la serotonina (un inhibidor que reduce su presencia en estados pasionales).
Fisher arribó a estos resultados sobre la base de dos estudios. Uno, realizado con la ayuda de la neuróloga de la Facultad de Medicina Albert Einstein de la University College in London, Lucy Brown, que consistió en escanear el cerebro de 34 personas mientras miraban la foto de la persona por la que sentían una atracción física. Mientras lo hacían, las imágenes de estos cerebros mostraron elevados niveles de dopamina o noradrenalina, o de ambos, tanto como una disminución en los niveles de serotonina.
La otra investigación consistió en una encuesta consistente en preguntas y respuestas que se realizó a 800 personas con la precondición de que cada una de ellas hubiera vivido, alguna vez, el amor pasional. El 80% de las respuestas reveló que la pasión sólo duró entre 1 y 3 años.
Una encuesta de la Universidad de Cornell, de Nueva York, apunta en el mismo sentido: cinco mil personas entrevistadas de 37 culturas diferentes coincidieron en que la pasión dura entre 18 y 30 meses.
Consultados sobre la opinión de la antropóloga evolucionista, psicoanalistas y médicos argentinos afirman que el amor pasional es sólo la mitad del amor. "El otro 50% dependerá de cómo se combinen los rasgos personales de las personas que integren la pareja", afirma el médico y psicoanalista Sergio Rodríguez.
"En el amor pasional nos obsesionamos por nuestro amado y estamos en éxtasis. Es un estado que no podemos controlar", sintetiza Fisher, también autora del best seller "Why we love" (Por qué amamos). Y si la pasión es un estado de fiebre que toda persona disfruta cuando vive y anhela cuando no la tiene, quizás sea oportuna la conclusión de Hoffmann: "Pedirle a la química que haga todo es ponerle un plazo biológico a la relación".
"El compromiso con otra persona, particularmente un compromiso incondicional y, más aún, un compromiso del tipo ''hasta que la muerte nos separe, en las buenas y en las malas, en la riqueza y en la pobreza'', se parece cada vez más a una trampa que debe evitarse a cualquier precio", describe el crítico de la posmodernidad, el escritor polaco Zygmunt Bauman, en su libro "Amor líquido". Una obra que intenta demostrar la precariedad de la durabilidad.
Quizás una fórmula para sobrevivir a estos tiempos sea, como sugiere Hoffmann, "construir el amor a través de actos de confianza que refuercen el vínculo y con pruebas de la eficacia que cada uno tiene para contener al otro". Sin olvidar el fundamental aporte de buscar actividades compartidas que estimulen la complicidad, la diversión, el cambio y el factor sorpresa.
Finalmente, a mi entender, sólo se trata de amor y el corazón tiene razones que ni a química ni la razón pueden explicar. Preguntar por la duración de la pasión ¿no es empezar a matarla?
Podemos amar a otro cuando aprendemos a conocernos, y nos amamos a nosotros mismos incondicionalmente. Entonces como dice Eric Fromm : “La paradoja del amor es, ser uno mismo, sin dejar de ser dos.”
Y así entonces el único amor eterno… es el amor a uno mismo.
“El deseo muere automáticamente cuando se logra: fenece al satisfacerse.
El amor en cambio, es un eterno insatisfecho.”
José Ortega Y Gasset
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